Desde la lluvia decido cómo romper los últimos retazos de conciencia que me quedan. Quedo mirando a mi alrededor: botellas, libros y velas, y escucho, con asiduo respeto, el tenue sonido de las partículas de agua, atravesándolo todo.
Me cuesta no pensar en ti. Y te quisiera a mi lado, sorbiendo las gotas que caen por mis mejillas de vez en cuando.
Repaso mentalmente nuestro encuentro. (Porque “tú” eres y serás siempre el mismo desde distintas perspectivas, en con distintos disfraces, “él” hombre).
Me hablaste de tantas cosas, como siempre. Eras el mismo. Yo había cambiado. Ya escribir no me hace falta, te dije. Tú eludiste mi comentario, como una bola de nieve, que no alcanzó a tocarte el rostro. No logré percibir esa conexión cósmica, ese nosequé de rayo de luz que alguna vez nos unió. No, había cambiado. Yo había cambiado.
Me observé en tu espejo, sin lograr reconocerme, sin recordarme a la mujer que soy ahora.
Trazo diagonales, ángulos obtusos que logro comprender. Me busco, me busco al fondo, y encuentro polvo cubriéndolo todo.
La ciudad mojada, goteando bellezas, me mantuvo con los pies frios y húmedos, bajo un paraguas azul. Mientras te pensaba. Mientras me encontraba. Mientras escuchaba a Pedro Guerra esparciendo melodías en mis oídos.
Tú. Tan lejos! Tanto! A kilómetros mentales de lograr alcanzarte… Pero con la esperanza vana de alcanzar tan sólo la punta de tus dedos para hacer contacto.
1 Minuto en la Vida
15 julio, 2011
11 julio, 2011
Soledad Controlada
Nada más que la soledad de ti, que a veces hace falta, para extrañar, para ver con otro prisma el día a dia... para abrir los ojos, después de un hermoso sueño.
Navegaré estos tiempos, con la certeza de estos días son bellos, y que debo acariciarlos, sorberlos, incluirlos en mi ADN, como un necesario, para no perderlos en el cajón del pasado.
Será como siempre, pero será distinto, nuevo, sorprendente...
La veré, lo veré... los veré. Tal vez no a todos ellos, pero será una inyección de adrenalina para sobrevivir los días venideros, y no caer en el pozo profundo de la soledad desesperada.
Navegaré estos tiempos, con la certeza de estos días son bellos, y que debo acariciarlos, sorberlos, incluirlos en mi ADN, como un necesario, para no perderlos en el cajón del pasado.
Será como siempre, pero será distinto, nuevo, sorprendente...
La veré, lo veré... los veré. Tal vez no a todos ellos, pero será una inyección de adrenalina para sobrevivir los días venideros, y no caer en el pozo profundo de la soledad desesperada.
27 junio, 2011
No estaré sola
No se en qué tono escribir. Si sonar depresiva, victima, o irónica. Lo cierto es que no hay nada más triste que comer pizza fría una noche de domingo – acompañada con un vaso de agua- y la triste noticia de que no vendrás, ni irás conmigo al concierto como habías prometido. A pesar de que no sea tu culpa ni tu más remota ni retorcida intención. Es triste. Sabes que hace un mes o más vengo planeando lo del concierto (sin agregar las desilusiones pasadas de no poder asistir a los previos).
Ahora tendré que ir sola. Sortearé la entrada, la venderé o la tiraré al camino. Y no será lo mismo ir sin ti.
24 junio, 2011
23 junio, 2011
De aquellas conexiones eléctricas
¿Cómo es posible que sea sólo una gran coincidencia pensar tanto en alguien durante el día, y que producto del azar te encuentres por la calle al individuo en cuestión? ¿Es matemáticamente posible encontrarte con un conocido en un lugar X poco concurrido, en una ciudad con millones de habitantes inesperadamente?
¿O que de tanto mirar a alguien, este te devuelva la mirada como si tuviera ojos en la espalda?
Me dispongo a pensar, ya casi con certeza, que hay más sentidos de los sabemos y solemos aprender tan científicamente, (en realidad es una noción colectiva, por tanto casi un hecho). O que de alguna forma hay hilos invisibles dorados uniéndonos los pensamientos involuntariamente.
¿Qué sustancia será esa que aglutina las almas hasta hacerlas una, aunque no haya conexiones netamente físicas? ¿Pudiera funcionar tal vez como una especie de telepatía?
Por otro lado, están esas pequeñas coincidencias que te hacen sonreír. Despertar cantando una canción, prender la radio y que esté sonando rimbombante. Aprender una palabra nueva y en los días siguientes escucharla en boca de todos. Decir al mismo tiempo lo mismo que un extraño que viene caminando en dirección contraria. Son momentos de conexión cósmica, pero hay que estar atento para no dejarlos pasar.
Incluso sufro de conexiones más profundas con la gente extremadamente cercana. ¿Qué tan probable es estar pensando lo mismo al mismo tiempo, sin haber estado conversando del tema? Pero pasa, muy frecuentemente. ¿Soñar lo mismo que tu compañero de cama? Muy menos frecuente, pero me ha pasado.
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